Sigo en Roma, 2017
Llegas a esta plaza y te encuentras una de las zonas de tráfico más increíbles de €uropa.
Es como, por ejemplo, si Gran Vía, Meridiana y Aragón (más o menos) se encontraran de golpe en una rotonda.
Estuve un rato mirando y no se como no hubo ningún accidente. Los cláxones iban y venían y es que son muy listos y no utilizan el claxon para insultar o meter prisa, como podría pasar aquí, si no para avisar: OJO qué Voy!
Ya se me cayó todo al suelo cuando, desde una punta de la plaza veo a una señora, de unos mil años, que empieza a atravesar por en medio de todos los coches! Cabeza gacha y… pam! vamos! Los coches se paraban, la dejaban pasar y NO DECÍAN NADA! Increíble.



Otra cosa que te encuentras, vamos lo primero que ves casi desde la piazza del Popolo, es el imponente monumento a Vittorio Emanuele II, construido para conmemorar al primer rey de la Italia unificada. Se construyó a principios de S.XX y sí, impresiona, aunque a mi, personalmente, me gustan más los monumentos romanos antiguos. Por la parte izquierda del monumento se va hacia el Coliseo y se puede ver la columna Trajana (ahora si que es la Trajana). Pero esto lo visitamos otro día.
Optamos por ir para la derecha y callejear un poco, me encanta callejear por cualquier sitio y encontrarme con rinconcitos con encanto, como este bar en el que no me senté a tomar nada por miedo a la factura.
Seguimos hasta llegar al Teatro Marcello, el primer teatro de piedra que se construyó en Roma y que es curioso por que había gente viviendo encima, en lo que viene a ser un palacio. Actualmente se hacen conciertos en su interior.
Poca luz quedaba para poder hacer unas buenas fotos, así que, llegamos al Ponte Rotto, que es el primer puente que se hizo de piedra en Roma y que, como su nombre indica, está roto. Me puse a hacer algunas fotos hacia la Isla Tiberina, una isla en medio del río Tíber.
Una curiosidad para acabar el día: La formación de la isla está rodeada de varias leyendas, a mi la que me hace gracia es la de que el último rey que hubo en Roma no era muy querido y cuando murió, lo tiraron al río. Los sedimentos que arrastraba el río se fueron aposentando sobre el cadáver hasta formar la isla.
Después de esto, a relajarse.
Un comentario en “Un paseo desde Piazza Venezia hasta Isla Tiberina”